Este “deporte” mata al año, solo en España, a unos 25 millones de animales. Pero esto no es todo, porque la caza conlleva también una gran pérdida de la biodiversidad, derivada de la caza furtiva o de la introducción de especies invasoras.
Una lacra que ha durado ya demasiado tiempo
La caza destruye el equilibrio natural de los ecosistemas. Animales como el oso pardo, el lince ibérico o el lobo se ven directamente afectados y amenazados por ella y también acaban muriendo.
Desde el siglo XVII la caza y todo lo que ella conlleva es la responsable del 57% de las aves extinguidas y del 62% de las especies de mamíferos extinguidos. Pero aún así nos quieren hacer creer que cuidan el entorno y los ecosistemas….
El negocio del asesinato de animales
Los cazadores lo único que desean es matar, sentir ese extraño poder de quitarle la vida a alguien, pero además disfrutan con ello y llaman trofeos a sus víctimas… ¿Puede haber algo más macabro que esto?
Pues resulta que sí. Estas personas no tienen suficiente con matar, sino que lo tienen que hacer de la manera más accesible y ruin… Utilizando animales criados en granjas, denominadas granjas cinegéticas, para luego soltarlos en cotos cerrados y de esta manera poder cazarlos con una mayor facilidad.
Y este tipo de caza, cada vez más extendida, también se da en otros países con animales salvajes, como leones o rinocerontes…
Pero aún hay más. Los cazadores, en un alarde máximo de pseudo-virilidad y sacando a pasear todo su falocentrismo tienen preferencia por cazar machos, por ser considerados un mayor trofeo, generando así una mayor descompensación entre las especies.
Un negocio poco ético y nada sostenible
Como dato, cabe destacar que el el 80% del territorio español forma parte de algún coto de caza con actividad durante la mayor parte del año. La caza es una lacra.
Las personas que conocemos el monte y el medio rural sabemos que existen muchos cortes de caminos públicos, cauces o vías pecuarias, porque se permite de una manera flagrante desde las administraciones que la caza sea la actividad preferente en los montes públicos e incluso en los espacios protegidos. Esto conlleva también la muerte de personas, y muchas veces no son ni cazadores.
Un estudio de 2014 sobre los montes andaluces concluyó que las actividades de autoconsumo ambiental, uso recreativo y conservación de la biodiversidad amenazada son más rentables que la caza en términos económicos. Señala dicho informe que:
La caza no solo no estaría favoreciendo el desarrollo del medio rural, sino que estaría limitando las posibilidades futuras de desarrollo de los entornos más deprimidos económicamente.
Muerte y maltrato a la orden del día
Pero la caza no solo mata, también conlleva un maltrato brutal. Ya no solo por los miles de perros abandonados y torturados tras el periodo de caza, sino que las propias especies cinegéticas sufren este maltrato, como los zorros cazados en madriguera, los jabalíes con lanza o el tristemente famoso tiro al pichón.
Muchas veces los animales a los que han disparado sufren horas o incluso días una terrible agonía. Desde el disparo pueden sobrevivir malheridos, con el cuerpo destrozado y mutilado, las vísceras fuera o los huesos rotos varias horas o días tratando de huir de sus asesinos.
Esta suerte tan terrible también la sufren los animales capturados en trampas o cepos, donde pueden permanecer por largos periodos de tiempo con terribles dolores, sedientas y hambrientas hasta que mueren…
Una doble moral injustificable
Y todavía tenemos que escuchar ese cínico oxímoron de que “los cazadores aman el monte y a los animales”, que son los salvadores de los ecosistemas y que cuidan a sus perros… Matar a sangre fría a un ser inocente solo por placer es uno de los comportamientos más aberrantes del ser humano.
Fuentes:
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