Una de las consecuencias más graves de esta emergencia climática en la que estamos inmersas, es el aumento del nivel del mar debido al deshielo de las zonas más frías del planeta. De hecho, esta subida del nivel del mar se ha acelerado en los últimos años llegando a cifras realmente alarmantes y nunca hasta ahora registradas.
Cada año se emiten más gases de efecto invernadero…
Los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano hacen que este deshielo por el aumento de la temperatura en el periodo comprendido entre 2007 y 2016 se haya triplicado con respecto a la década anterior. De hecho, desde los años 70 ha desaparecido un 35 % del hielo en el Polo Norte. Pero la emisión de gases de efecto invernadero en general, y del dióxido de carbono en particular, también contribuyen a la acidificación de los océanos. Hacen que disminuya el ph marino, cambiando así la composición química del agua. Y esto afecta al crecimiento, reproducción y a otros procesos fisiológicos de los organismos marinos.
Lógicamente, el deshielo de los Árticos hace que el nivel del mar suba, algo trágico para muchas zonas y ciudades costeras. Pero además cambiarán los patrones climáticos con el aumento de las olas de calor, las lluvias torrenciales y las inundaciones.
Esto sucede porque el agua que se derrite no solo contribuye a elevar el nivel del mar, sino que altera las corrientes oceánicas, que son las que establecen el equilibrio de las temperaturas a través del planeta, manteniendo algunas zonas con climas estables y llevando calor a latitudes más bajas.
… Y las consecuencias van a ser devastadoras
Los datos de la rapidez del deshielo son espectaculares, de hecho este mismo agosto pasado el casquete glaciar groenlandés perdió en un solo día 11.000 millones de toneladas, cifra récord, siendo más del doble de la media diaria en la época de deshielo.
Pero la pérdida de los glaciares no solo afecta al aumento del nivel del mar, tiene también otras graves consecuencias como, según explica el informe del IPCC The Intergovernmental Panel on Climate Change (siglas en inglés), produce una alteración de “la disponibilidad y la calidad del agua dulce”, y esto tiene directamente implicaciones en la agricultura y la producción de energía hidroeléctrica.
Las previsiones desde luego no son nada halagüeñas. En el mejor de los casos, el que recoge el acuerdo del París por el cual la temperatura no debería de aumentar en más de 2ºC, en este escenario se pronostica un aumento del nivel del mar de 43 centímetros para 2100 (tengamos en cuenta que entre 1902 y 2015 el aumento ya fue de 16 centímetros). Y en el escenario más pesimista, en donde las emisiones sigan creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, el incremento del nivel del mar llegaría hasta los 84 centímetros y podría superar el metro.
Así que ya es el momento de poner sobre la mesa y empezar a actuar realmente contra uno de los mayores causantes de toda esta crisis climática: la ganadería intensiva.
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