El tema de la relación entre la familia y el veganismo sabemos que no suele ser fácil, por desgracia. Así que os vamos a contar como lo hemos gestionado nosotras. Este es tan solo nuestro ejemplo, entendemos que cada persona lo encara y enfoca de una manera distinta y, mientras no se sufra por el camino, bien estará.
Ya hemos explicado algunas veces, por ejemplo, en el primer episodio de nuestro podcast, que teníamos muy claro que nuestras hijas serían, como mínimo, vegetarianas, ya que en esa época Rocío todavía estaba en transición del vegetarianismo al veganismo.
Primeras reacciones a nuestra decisión de criar vegano
Evidentemente, al abuelo y a la abuela no les hizo ninguna gracia. Como para nosotras era una decisión muy meditada y firme, no admitimos ningún tipo de cuestionamiento. Lo único que hicimos fue entregarles el informe de la Asociación Americana de Nutrición y Dietética de los EE.UU. (AAND), en el cual se avalan las dietas veganas y vegetarianas en cualquier etapa de la vida de una persona, desde la gestación, lactancia, niñez, adolescencia, etc.
Les dijimos que esa era toda la información que les íbamos a dar, que además estaríamos perfectamente bien asesoradas y que nuestras hijas estarían atendidas por su pediatra y su nutricionista en todo momento. Lo aceptaron, no sin antes decirnos que estarían muy pendientes de su desarrollo y que en cuanto viesen cualquier señal de alarma, intervendrían.
A fecha de hoy, Antía ya tiene 8 años y Navia casi 6, las niñas están absolutamente sanas, con un desarrollo óptimo y una energía asombrosa. Por lo tanto, del tema salud y veganismo no se habla jamás con la familia, es algo ya muy superado (y lo cierto es que se agradece).
Pero las reuniones sociales son más complicadas
Pero pasemos a la parte social y la familia extensa que no deja de ser también muy complicado de gestionar. Las comidas familiares, sin ir más lejos, suelen ser un verdadero quebradero de cabeza para muchas personas veganas.
Las más afortunadas disponen de comida apta, hecha por sus familiares, para poder así compartir mesa sin problema. Cuando hay cierta empatía, no solo se ofrece parte del menú 100% vegetal, sino que se tienen ciertas consideraciones como llevar los platos de animales ya servidos, para no tener que presenciar un desmembramiento en directo, que es profundamente desagradable y traumático para muchas personas veganas. ¡Incluso algunos familiares se atreven a probar esos exóticos platos hechos con plantas!
Otras personas, en cambio, tienen que llevarse su propia comida y sentarse en una esquina estratégica de la mesa donde no tengan que estar pasando por delante de sus narices todo tipo de trozos de animales. En demasiadas ocasiones tienen que soportar, no solo el desprecio de no haber contado con ellas para la elaboración del menú, sino además los comentarios, las risotadas y los menosprecios de algún que otro familiar insensible (que suele haberlo) que se cree con todo el derecho a utilizar tu dolor y sufrimiento por los animales como algo jocoso o banal.
El punto en el que estamos nosotras hoy por hoy
Por último, a otras personas se les hace muy duro compartir mesa y mantel con cadáveres de seres inocentes. Aunque nosotras hemos pasado por varias etapas, éste es nuestro caso a día de hoy. Por eso, nosotras hemos dejado de asistir a ese tipo de reuniones familiares o de celebraciones a menos que el menú sea cien por cien vegetal (cosa que solo suele ocurrir si es en un restaurante) y, de hecho, esta es una de las razones por las que no celebramos ni la Navidad.
Insistimos en que esto es algo muy personal, y esta es solo nuestra manera de gestionarlo, lo que más fácil nos resulta a nosotras, pero cada persona debe de analizar en qué punto está y cómo quiere gestionar este tipo de situaciones de la manera más provechosa y para ella.
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